Una de las preguntas que, por razón de mi trabajo, suelen hacerme más a menudo es esta: “A los periodistas sólo les interesan las desgracias, ¿verdad? ¿Es que no saben hablar de cosas positivas?”. Podría parecerlo, efectivamente, y lo cierto es que me consta que esta pregunta se ha planteado críticamente en algunos consejos de redacción de algunos medios preocupados por cuestiones que van más allá del día a día. Por ejemplo: ¿qué repercusión tiene el pesimismo en la moral colectiva, qué impacto tiene en la productividad del país, y por qué no, qué resultado acaba teniendo todo ello en la cuenta de explotación del propio medio de comunicación? Hasta el punto de que algunos de ellos ya se han propuesto publicar al menos una noticia positiva diaria, generalmente en la sección de economía, ya sea con objeto de compensar, ya sea por lo que sea.
Hay cínicos que, lisa y llanamente, dicen que una noticia es lo que los periodistas consideran que es noticia. Y santas pascuas. Pero, claro, puede que un redactor considere que su información es noticiable y que su jefe de sección piense lo contrario. O que ambos piensen que sí y que su redactor jefe piense distinto. Y así hasta ir escalanado la jerarquía (los medios son muy jerárquicos), hasta llegar al consejo de redacción, que es donde se cuece el diario, o el informativo o el telediario del día siguiente, y, en definitiva, es el horno donde se cuecen, se seleccionan o se tiran a la papelera todas aquellas “noticias” que algún periodista de base las había considerado como tales. Y antes de haberlo creído el periodista de base, lo había sostenido (y/o elaborado) un periodista de fuentes, que generalmente trabaja en una agencia de comunicación, como, pongamos por caso, Intermèdia. Lo que significa que antes de todo eso se ha producido el impulso de algún dircom de un cliente de la agencia, interpretando órdenes superiores, generalmente de su CEO, que es quien, mira por dónde, suele firmar los contratos de servicios.
En resumen, que tal vez sea cierto que es el periodista de medios quien decide qué es noticia y qué no lo es, pero también es verdad que es necesario que lo vea igual toda la línea jerárquica del medio en el que trabaja y que el dircom del cliente del periodista de fuentes y sus jefes también sepan distinguir entre información y publicidad. Que son cosas tal vez complementarias, pero distintas. Hacer funcionar todo esto de manera armónica y racional es la tarea del periodista de fuentes y de las agencias de comunicación, como la que suscribe esta tesis.
Es una tarea, huelga decirlo, apasionante, que también tiene sus normas escritas y no escritas. Pero de esto empezaremos a hablar en un próximo post y quién sabe si, incluso, en una pequeña serie de posts que iremos publicando poco a poco. No se lo pierdan, señoras y señores, y muy buenos días a todos.
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